No sé de cuando data la escuela de Espeja de San Marcelino.
Según el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar 1848-1850 de Pascual Madoz, Espeja contaba con Ayuntamiento compuesto por Guijosa, Orillares, Hinojosa y San Asensio. En esta época ya pertenecía a la provincia de Soria y no a la de Burgos. Situado en una ladera con exposición al Sur, la combaten los vientos de este lado y los de Este y Oeste. Su clima es frío, y las enfermedades más comunes son las fiebre intermitentes. Tiene 56 casas: la del Ayuntamiento; la Escuela de Instrucción primaria concurrida por 20 alumnos, bajo la dirección de un maestro, a la vez sacristán y secretario de Ayuntamiento, dotado por el primer cargo con 300 reales pagados por reparto vecinal y 11 fanegas de trigo por retribución de los discípulos; dos fuentes de aguas gruesas que proveen a las necesidades del vecindario, una Iglesia Parroquial, La Asunción de Ntra. Sra. matriz de la de San Asensio. Dentro de él se encuentran varios manantiales y las ermitas de Sta. Ana y San Roque. El terrero es bastante pedregoso y de mediana calidad. Comprende dos montes, uno de pinar a la parte del Norte y otro de encina y roble al Oeste, hay también un buen prado de hierba de siega. El municipio tenía por estas fechas 135 vecinos y 546 almas. En 1.958 tenía 1.298 hab. y en 1981 360 hab. (según la Gran Enciclopedia de España, Tomo VIII, 1992).
En la foto podemos ver al maestro que más tiempo permaneció en el pueblo, Don Blas que estuvo cerca de 30 años. Esta foto es de principios de la década de 1910-1920.
En esta otra foto podemos ver de nuevo al Maestro y como ha envejecido, esta foto es de 1925 o 1926.
Esta foto nos muestra el estado de la Escuela y de la “ren” que había al lado. La foto es de Simón y tiene ya unos años.
Mi padre comenzó a ir a la escuela en el año 1936 y mi madre en el año 1942, más o menos, mi padre enseguida tuvo que dejar de ir ya que tenía que ayudar a su familia con las ovejas. Había un cura llamado Don Manuel que daba clases de adultos en su casa y mi padre asistía a ellas porque le gustaba ir a la escuela y no podía. Mi madre fue hasta los 13 años, cosa rara en aquéllos tiempos de posguerra. La escuela estaba formada por dos bancos corridos para los niños pequeños, uno enfrente del otro y mesas para los mayores.
En los años 60 había dos escuelas: una para los niños y otra para las niñas. Las niñas iban a la Escuela más antigua en un edificio que hoy ocupa la Asociación Cultural Espexa. Los niños tuvieron más suerte y pasaron a ocupar la parte baja del edificio construido para albergar el Ayuntamiento.
A mediados de los años 70, la escuela comenzaba a los seis años. Cuando yo empecé todavía venían los niños de los pueblos que formaban el municipio. A principios de enero del año 1976 los niños mayores comenzaron a ir al colegio a Navaleno, allí se estudiaba 6º, 7º y 8º de EGB. Entonces asistíamos al colegio unos 9 ó 10 niños de diferentes edades, desde los 6 hasta los 10 años. Recuerdo mis años de colegio con especial cariño, algunos profesores me traen gratos recuerdos. Las profesoras solían ser bastante jóvenes y duraban más o menos un año en el pueblo. Uno de los profesores que recuerdo vino cuando yo tenía 6 años, era como una brisa de aire fresco, con ideas más innovadoras y con menos prejuicios que la profesora anterior, pero bastante estricto. Todavía recuerdo el día de Carnaval y que nos invitó a tomar una fanta en el bar para celebrarlo. También recuerdo a una de las profesoras y las excursiones que hacíamos con ella por el campo. Una vez fuimos hasta el molino de Orillares para dibujarlo, otra vez subimos al Castillo y otras dábamos largos paseos. Pequeñas cosas que hacían la vida un poco más agradable.
En el recreo jugábamos en el frontón, no parábamos de correr, el patio de recreo era todo el pueblo, sentías la libertad y disfrutabas de todo lo que tenías a mano. No necesitábamos juguetes ni otros entretenimientos. Un palo, una teja, y una cuerda eran nuestros tesoros más preciados. El colegio se cerró cuando ya no quedaban niños en edad escolar en el pueblo. De eso hace ya mucho tiempo y como decía mi padre un pueblo sin la risa y los juegos de los niños está condenado al silencio. Esperemos que no sea así. De momento resiste.